La transición energética trata de:
Ser menos dependiente de los combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural); con más energía renovable (eólica, solar, etc.), gas verde …); más eficiente energéticamente, con menos desperdicio;
más flexible (capaz de adaptarse a la producción renovable, que varía según las condiciones climáticas, por ejemplo); más descentralizado (una multitud de unidades de producción dispersas por el país en lugar de unos pocos puntos centrales); basado en nuevas tecnologías, particularmente tecnologías digitales; con una mejor seguridad de suministro